Seis rasgos de las personas malagradecidas y cómo mantenerlas a distancia

Durante la infancia y la adolescencia, vamos almacenando lo que nos enseñan sin darnos cuenta hasta que en algún momento empezamos a aplicar todo eso que hemos aprendido en casa a nuestra vida diaria. Hoy he recordado uno de esos refranes que siempre estaban en los labios de mi abuela: “no hay nada peor en la vida que ser desagradecido”.

La prueba de que nuestras abuelas o nuestras madres tenían esa sabiduría que se adquiere con los años y con el vivir es que luego leemos todas estas verdades expuestas en grandes teorías que sólo confirman lo que ellas decían. La ingratitud convierte a las personas en seres desdeñables que irremediablemente se van quedando solos en el mundo.

Qué duda cabe de que aprender a agradecer aporta beneficios a nuestra vida. Traducir nuestro reconocimiento en una palabra o una atención en particular mejora no solamente nuestras relaciones sociales, sino que incluso contribuye a nuestro bienestar tanto psicológico como físico.

Ciertos estudios indican que las personas que no son agradecidas tienden a caer en la depresión. Consideran que la mayor parte del tiempo lo que reciben les corresponde por naturaleza o que el agradecimiento sólo debe darse de acuerdo a la calidad del servicio que recibieron.

El autor de uno de los libros que inspiraron mi adolescencia “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”, Dale Carnegie; cuenta de qué manera ser agradecido se convierte en una de las principales herramientas para relacionarnos con los demás y estrechar lazos de amistad.

Seguro que ya estás haciendo una lista mental de todas esas personas mal agradecidas o ingratas que has conocido a lo largo de tu vida. Si has tardado un rato en encontarlas, es positivo. Tampoco es saludable detenerse a pensar en los defectos de los demás. Cada uno forja su propio destino. Pero antes de que nos encontráramos con actitudes desagradecidas quizá percibimos señales que no supimos identificar y que hoy queremos destacar para que tengamos presente qué rasgos identifican a los malagradecidos.

Generalmente, estas personas asumen sin reparos ningún tipo de reparo que los demás están un poco a su servicio y que la ayuda les debe llegar “porque sí”. Suelen mostrarse insatisfechos y permanentemente disconformes. ¿Qué más rasgos los describen? Aprendamos a identificarlos si queremos evitarlos.

1. Siempre necesitan algo

Son los que siempre necesitan que alguien les cuide a los niños, o que los lleven a algún lado o que les reparen algo que no funciona en casa. Consideran que su contratiempo es primordial y esperan que otros les solucionen el problema. Por el contrario, rara vez se detienen a escuchar los problemas de otros porque los suyos siempre son más graves o más importantes.

Una vez que reciben la ayuda, difícilmente agradecerán que amigos o familiares hayan movido cielo y tierra para sacarlos de un apuro.

Es importante ser agradecido para generar empatía en los demás y saber que de esta manera estás sembrando las bases para una buena relación.


2. Nunca están disponibles para los demás

Esto está muy ligado al punto anterior en el sentido de que las personas desagradecidas creen que son prioridad y que las dificultades que puedan tener otros se las tienen que resolver ellos.

Recurrirán a ti siempre que te necesiten, pero olvidan que una forma de agradecer también es estar presente cuando los demás requieren de ayuda. En esos momentos, desaparecen.

Todos necesitamos sentirnos importantes para los otros y que te ofrezcan ayuda sin que la hayas pedido, vale doble. No podemos calificar de buenas personas a aquellas que solamente te llaman cuando te necesitan porque los buenos lazos, los más estrechos y los más duraderos se forjan a través de una construcción mutua.


3. Esperan la ayuda como una obligación

Se consideran con derecho a que amigos y familiares corran a su rescate cada vez que están en una situación complicada. En algún lugar recóndito de su inconsciente asumen que “les debes algo” tan sólo por el hecho de ser amigo o familiar y, en consecuencia, la ayuda debe llegar como algo natural, casi obligatorio.

Podemos creer que esto es así, uno espera la ayuda de amigos y familia pero también espera el reconocimiento que es tan importante como la ayuda.

Es genial cuando alguien acude a nuestro rescate de manera desinteresada y genuina, pero todo pierde valor cuando el desagradecido, que nunca toma en cuenta las buenas acciones de los demás, pretende que sí se tenga muy presente algún favor que nos haya hecho.


4. Pretenden ser el centro de atención, ¡y ya mismo!

¿Has notado que las personas desagradecidas siempre tienen "emergencias"? Suele ser característico de este tipo de personas  no se organizan bien en cuestión de horarios y luego, con el fin de ser el centro de atención, requieren de tu ayuda para que les soluciones el problema.

Pero además de asumir que vas a dejar todo lo que estás haciendo para tratar de enmendar su mala organización del tiempo, nunca piensan en agradecer las molestias que te has tomado dejando por sentado que sus problemas de horarios son más importantes que cualquier otra cosa.


5. Son desleales

Volviendo a la frase inicial sobre “no hay nada peor en la vida que ser desagradecido” podemos deducir que a partir de ahí surgen de manera natural todo tipo de defectos, y la deslealtad es uno de los que, particularmente, más desprecio en un ser humano.

Los desagradecidos difícilmente son leales y no nos debe extrañar que, a pesar de que hayas dejado tus cuestiones de lado o hayas salido corriendo en su ayuda muchas veces, de igual manera se dediquen a mentir y a hablar mal de ti en tu ausencia.

¿Porque hacen esto? Simplemente porque son malagradecidos y la lealtad y el reconocimiento son formas de agradecer, algo que nunca pudieron aprender.


6. Generan culpa

A pesar de que siempre has estado a su disposición, de que has dejado de hacer tus cosas para acudir en su ayuda, de que has buscado todas las formas de contribuir a solucionar sus problemas, si en alguna ocasión no has podido dar respuesta o no has podido ayudar, te lo recordarán hasta el final de los tiempos, porque el desagradecido no entiende razones y cree que se les debe prestar ayuda prácticamente de modo obligatorio.

Les gusta generar culpa y hacer sentir a amigos y familia que “nunca” pueden contar con ellos cuando en realidad son los demás quienes no pueden contar con el malagradecido.

¿Por qué cuesta tanto agradecer?

Cada persona es un ser único e irrepetible y los motivos por los cuales hace o dice lo que hace y dice también son únicos e irrepetibles.

Pero más allá de las individualidades, agradecer es informarle al otro que su forma de actuar tiene un impacto directo en nuestra vida. Ser agradecido nos pone en una posición en la que reconocemos nuestra sensibilidad, es decir nuestra debilidad.

A algunos no nos importa mostrarnos sensibles o débiles, porque sabemos que es algo que surge en un determinado momento y que el resto del tiempo enfrentamos la adversidad y “le ponemos el pecho a las balas”.

Otros, prefieren no mostrar este lado frágil de su personalidad y se esconden detrás de una autosuficiencia que en realidad radica en la ayuda que reciben de otros.

En líneas generales, deberíamos todos ser más agradecidos porque no requiere ningún esfuerzo y aporta muchos beneficios. ¡Qué importante es enseñarles a nuestros hijos a agradecer los favores y la ayuda recibidos! ¿Por qué no aplicar este consejo que se resume en este refrán popular?

“De bien nacidos es ser agradecidos”.

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